Templo Cao Dai y túneles de Cu Chi

Este era nuestro último día en Ho Chi Minh por lo que nos fuimos de excursión para visitar el templo Cao Dai y los túneles de Cu Chi.

Salimos temprano del hotel para ir en dirección a nuestra primera visita pero antes hicimos un alto en el camino en una escuela taller de artesanía en la que trabajan chicos con discapacidad, la mayoría con malformaciones producidas por los efectos de la guerra. Nos encanto todo lo que vimos allí.

El Cao Dai es una religión que se practica en Vietnam desde 1926, año en el que fue fundada por Ngo van Chien, un funcionario vietnamita bajo la administración francesa. En el Cao Dai se integran elementos de las principales religiones monoteístas (cristianismo e islamismo) y del hinduismo, budismo, taoísmo y confucianismo. 

Se trata de una religión integradora que acoge a cualquier creyente de otra y que reúne lo que considera mejor de cada una. Su símbolo más reverenciado es el ojo que todo lo ve, el ojo de Dios dentro de un triángulo. Su estructura es jerárquica, como la de la iglesia católica. Sus ceremonias incluyen cánticos con música tradicional vietnamita en la que una orquesta de diez músicos y un coro de veinte cantantes conducen el rezo de la congregación. Los fieles son separados, hombres a la derecha y mujeres a la izquierda. Los seguidores y las mujeres visten completamente de blanco mientras que los hombres y los sacerdotes visten de otros colores, dependiendo de la rama espiritual que profesen. El amarillo simboliza Budismo y virtud, el azul Taoismo y pacifismo, y el rojo Confucianismo y autoridad. Los obispos y cardenales llevan un ojo en sus cascos.

Los sacerdotes celebran misa cuatro veces al día, filas de hombres y mujeres fieles se agrupan delante del ojo divino mientras los turistas se agolpan al final del templo o hacen cola para subir a la galería superior. El ojo divino preside el enorme altar. Veintiocho columnas con dragones, representando las veintiocho manifestaciones de Buda, se extiende en la nave sosteniendo un techo decorado como si fuera el cielo divino. Todas las ventanas están decoradas con el ojo, evitando así que la luz entre demasiado intensa. 

De regreso hacia la antigua capital hicimos una parada en los famosos túneles de Cu Chi, un extenso sistema de túneles interconectados que se construyeron durante la Guerra de Vietnam. Pero antes tocaba hacer parada para el almuerzo, restaurante de carretera con toque occidental (para turistas) donde nos sirvieron una comida muy buena a unos precios de risa.

Al principio de la visita nos mostraron un video documental en inglés sobre la guerra de Vietnam, con una gran propaganda comunista en unos bunker acondicionados y un tanto incómodos. En una gran maqueta recrean el sistema de túneles en donde se calcula que vivieron cerca de 10.000 personas.

El guía nos iba explicando como se abastecían, el curioso sistema de ventilación y como no, de que manera despistaban a los perros que usaban los norteamericanos para descubrir su ubicación, la verdad es que tenían bastante ingenio estos vietnamitas. Entre la maleza nos mostró la pequeña trampilla de acceso al túnel, yo no desaproveche la oportunidad de entrar en ella, lo que queda claro que estaba preparada solo para el paso de los vietnamitas (bajitos y poco corpulentos).
Otra parte interesante es la zona de trampas utilizadas por el Viet Cong, gran parte de ellas fabricadas con restos de las bombas Americanas, fundían el metal y construían la trampa. Su principal fin era herir al enemigo, no matarlo al momento. Tendréis que ir para conocer el por que, unos verdaderos especialistas en guerra de guerrillas.

Lo siguiente era la posibilidad de realizar un recorrido por los túneles. Muy importante saber lo que a uno le espera desde que pasas el primer metro. Abstenerse los claustrofóbicos, los túneles en muchos sectores los han agrandado para la visita de los turistas, pero en general todo el recorrido es casi a gatas y a oscuras. La humedad es tan alta que las gafas se me caían, gracias que llevé una pequeña linterna para saber por donde pisaba lo que hizo menos agobiante este recorrido.
Salí destrozado, imagino como tenía que ser para los norteamericanos adentrarse en esa oscuridad con fuego cruzado y oyendo el grito de compañeros abatidos.

Seguimos hacia una zona donde encontramos recreaciones de como era la vida en los túneles: dormitorios, cocinas, hospitales, escuelas, etc.
Durante toda la visita no paramos de escuchar los disparos desde la zona de tiro, una oportunidad de disparar munición real previo pago usando las armas utilizadas por ambos bandos.

Nos gustó el tour y creemos que es una visita obligatoria que por desgracia ha marcado la historia mas reciente de este país. De vuelta a la ciudad nos dejaron muy cerca del hotel, estábamos cansados y de madrugada salíamos en vuelo para el centro del país. Después de una ducha reconstituyente salimos a cenar y a callejear un poco, muy cerca del hotel nos sorprendió la buena comida en el Santa Café. Comida de buena calidad a buenos precios.