Conociendo Macedonia.

Comenzamos el dia visitando Heraclea Lyncestis, una antigua ciudad griega, capital de la Alta Macedonia. Fundada por Filipo II de Macedonia en el siglo IV a.C. la ciudad fue llamada así en honor al héroe griego Heracles. Fue una importante ciudad estratégica durante el periodo helenístico ya que se encontraba en el borde la frontera de Macedonia con los territorios no griegos del norte. A mitad del siglo II a.C. los romanos conquistaron Macedonia y destruyeron su poder político. Durante la dominación romana se convirtió n el centro de la fértil región y lugar de cruce de la Vía Egnatia. A principios de la época bizantina se convirtió en sede de un obispado y lugar central de la nueva fe cristiana.

La visita no fue completa ya que durante el invierno no se pueden visitar los mosaicos de la iglesia por lo que para compensarnos el chico que se encarga del mantenimiento nos hizo un tour privado por las instalaciones explicándonos con todo lujo de detalles lo que hasta ahora se había descubierto en las excavaciones y la historia del lugar. Además, nos cobró un precio reducido por los tickets de entrada y por el de la cámara ya que para sacar fotos hay que pagar.

Desde allí nos aceramos a Bitola, ciudad que se encuentra a unos escasos dos kilómetros. Es un importante centro administrativo, cultural, industrial y comercial de Macedonia. Ubicada en la parte sur del valle Pelagonia, está rodeada por montañas y muy cerca del paso fronterizo con Grecia.

Caminamos por la avenida Mariscal Tito conocida como Chirok Sokak, una animada avenida peatonal llena de cafeterías y comercios que atraviesa la ciudad de norte a sur. Caminamos contemplando su bonita arquitectura con edificios de los siglos XVIII y XIX hasta llegar a la Torre del reloj. Cerca de la Torre se encuentra la gran mezquita Isac Tchelebi, la mezquita Yeni, la antigua iglesia de San Dimitri y el mercado cerrado. No pudimos visitar ninguna de las mezquitas porque estaban en reformas así que nos fuimos a comer algo en un puesto callejero en donde había una gran cola. Nos encanta probar cosas nuevas y más cuando están tan buenas como las que comimos aquí.

Tras reponer fuerzas nos dirigimos al Bezisten, el mercado cubierto para atravesarlo y llegar al Antiguo Mercado, que por sus empedradas callejuelas te lleva de una zona a otra en donde se vende de casi todo. Nos encanta visitar los mercados de las ciudades que visitamos, sobre todo a Déborah ya que es aquí en donde se inspira para hacer alguna que otra receta.

Ya de regreso al coche visitamos la Iglesia de San Dimitrija, un impresionante edificio de piedra construido con las donaciones de los cristianos de Bitola y gracias al trabajo desinteresado de numerosos artesanos. Aunque el exterior no llama mucho la atención es su interior lo que merece una visita. El interior se divide en tres partes y la parte central abovedada descansa sobre una fila de pilares a ambos lados. Hay tres altares y el central, el más importante, está dedicado a San Demetrio. Todo el iconostasio está tallado sobre una placa de oro, algo digno de admirar.

Macedonia nos iba sorprendiendo gratamente, en la siguiente parada teníamos puestas muchas expectativas pues habíamos leído sobre el encanto del lago Ohrid. En poco más de una hora y después de comprar en una gasolinera un mapa del país llegamos a nuestro alojamiento situado en el interior de la ciudad vieja de Ohrid. Desde que atravesamos con el coche la antigua muralla y adentrándonos por las estrechas callejuelas adoquinadas, nos enamoramos de esta ciudad. Digno lugar para retirarse y eso que no habíamos visto casi nada de ella. Dejamos las cosas en la habitación y pusimos rumbo al sur del lago, a unos 27 km se encuentra el Monasterio de Sveti Naum. Los paisajes que veíamos eran espectaculares, el color del agua con el fondo de las montañas nevadas...

Dejamos el coche en un parking que se encuentra justo en la entrada de un paseo bordeando el lago, el mismo esta repleto de tiendas de souvenirs aunque muchas de ellas estaban cerradas. Tomad nota y aparcar en el parking justo en la puerta del monasterio diciendo que vais a comer al restaurante. Esta ubicado en un lugar estratégico y con un encanto muy acogedor, perfecto para el rezo.

El Monasterio se fundó en el 905 por St Naum, santo que promulgaba la labor de Cirilo y San Clemente de Ohrid. Vigilados en todo momento por numerosos pavos reales de gran belleza que estaban atentos a todo movimiento que hacíamos.

Después de cruzar la puerta de entrada al recinto nos encontramos un amplio patio adoquinado en cuyo centro se encontraba la iglesia de ladrillo en donde descansan los restos de St Naum. Su interior, como pasa en la mayoría de las iglesias ortodoxas, está totalmente recubierta de frescos así que nos dedicamos a contemplar esta maravilla durante un buen rato. 

Al salir dela iglesia nos dedicamos a pasear por sus alrededores. parte del recinto se ha reconvertido en un hotel y hay dos restaurantes en donde se puede tomar algo mientras contemplas las maravillosas vistas de este impresionante lago. Ya os he comentado que estamos a muy poca distancia de la frontera con Albania así que las montañas que se ven al fondo son de este país.

Ya de regreso paramos a mitad de camino para contemplar la isla de los huesos. Es la reconstrucción de un palafito prehistórico. Este museo muestra el estilo de vida de esta antigua civilización con objetos de la época. Nosotros no teníamos mucho tiempo para visitar el museo pero las vistas merecen la pena así que con una breve parada nos enamoramos del lugar.

Había mucho que ver en la antigua ciudad de Ohrid así que regresamos dispuestos a recorrerla a fondo, pero eso ya os lo contamos en la próxima publicación.